jueves, 7 de febrero de 2013

        Gente de a pie


  Imagínense un lugar con sólo 500 personas cuando una cuadra de la ciudad de Buenos Aires puede contener tranquilamente esa cantidad de habitantes.  Doyle no tiene magia, ni tiene mística, ni secretos, ni estrellas más grandes ni más brillosas, somos nosotros quienes podemos verlas acá de manera diferente.  No tiene aire más puro que en otra parte es sólo que son pocos los autos que andan por las  calles y hay árboles en todos lados.  Quiero decir con esto que no es un nuevo lugar, nosotros somos nuevos aquí y es cierto que para realizar un cambio exterior primero hay que hacerlo interiormente.  Nos fuimos de la ciudad antes de llegar aquí, pero también es cierto que los lugares poseen su propio ritmo, sus personajes, sus alimentos, su siesta, sus distancias y crean, a su vez, sus propias costumbres.  Sarmiento asegura en su "Facundo" que el pueblo argentino es poeta por naturaleza a causa de su paisaje: la pampa.
       Para aquellos que hayan vivido una tormenta en Doyle (la última fue el viernes primero) les transcribo unas líneas del libro citado y verán qué cerca se encuentra de nuestra vivencia:

 "El pueblo argentino es poeta por carácter, por naturaleza. ¿Ni cómo ha de dejar de serlo, cuando en medio de una tarde serena y apacible, una nube torva y negra se levanta sin saber de dónde, se extiende sobre el cielo, mientras se cruzan dos palabras, y de repente, el estampido del trueno anuncia la tormenta que deja frío al viajero, y reteniendo el aliento, por temor de atraerse un rayo de dos mil que caen en torno suyo?  La obscuridad se sucede después a la luz: la muerte está por odas partes; un poder terrible, incontrastable, le ha hecho, en un momento, reconcentrarse en sí mismo, y sentir su nada en medio de aquella naturaleza irritada; sentir a Dios, por decirlo de una vez, en la aterrante magnificencia de sus obras?"



     Ese sentimiento olvidado que provoca en nosotros el ver la tierra extensa iluminada por la fuerza de un rayo  es el que de a poco vamos recuperando en este lugar, un lugar donde las personas  tienen nombre y apellido, sobre todo apellido.  ¿Qué apellido sos, te preguntan? Como la esperanza de armar imaginariamente, tu árbol genealógico. Te prestan su ayuda si la necesitas y si no la necesitas también.  De repente todos en el pueblo saben tu profesión, tu parentesco y  tus horarios.  Al principio, resulta invasivo porque uno está a la defensiva y traemos a cuestas la desconfianza que inspira cualquier desconocido, pero con el paso de los días,  comprendes que no son chismes con malicia.  Es una curiosidad  que cuestiona a fondo, como lo hacen los niños  y entonces entendemos que para ser parte de una comunidad hay que ceder algo de uno mismo.  Aunque seguimos conservando para la intimidad de sus días, es cierto que parte de nuestra vida pasa a ser pública, abierta a la comunidad, y eso no está mal.  Después de todo, el anonimato que imponen las grandes ciudades nos deja más solos y abandonados que en un lugar con 500 personas.

Fuente citada:  Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas, Domingo F. Sarmiento, CEAL, 1979, pág. 41

martes, 5 de febrero de 2013

Toda historia tiene un comienzo


Toda historia es parcial y perfectible. No somos oriundos de Pueblo Doyle, sin embargo, fue nuestra elección de residencia desde hace tres años. Hoy comenzamos a publicar en este blog sin otra pretensión más que la de reflejar historias de este pueblo, en el cual elegimos vivir.



En la web hay cierta cantidad de información sobre la historia de fundación de Pueblo Doyle, aunque no siempre tuvo esta denominación, se lo conoció así a partir de la década del 30' del siglo pasado. Paraje KM 158 o Desvío Fernández, fueron los nombres con que se llamó a este pueblo a mitad de camino, entre Arrecife y San Pedro sobre la ruta provincial 191, formando parte del partido  de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires.

Su nombre actual lo lleva en homenaje a Don Cristobal Doyle, quien donó las tierra en que se construyó, en 1926, la escuela N° 23. Según señala Juan Carlos Tapia, la ubicación de la escuela era otra, más cercana de la estación del ferrocarril perteneciente al ramal CC del F.C.G.B., hoy Belgrano Cargas. Allí funcionó desde 1916 hasta que, el por entonces intendente del partido Alejandro Maino junto a un grupo de vecinos, gestionaron y peticionaron para la construcción del edificio al que en la actualidad concurren más de un centenar de alumnos.


Pueblo Doyle se funda a partir de la expansión ferroviaria y el alcance de la educación. Una parada de tren y una escuela. Símbolos del progreso durante el siglo 20, que hacia el final del siglo, ambos, se vieron duramente afectados. El estado neoliberal destruyó los 44 mil km de vías que cubrían gran parte de la extensión de nuestro país, dejando menos de 8 mil km de vías utilizables. Su herrumbre y abandono condenó a miles de pueblos a su extinción, y los sumergió en la incomunicación, ya que no todos cuentan con servicios de micros o colectivos para trasladarse, y quienes los tienen deben pagar un alto costo ya que la subvención de los mismos es escasa o nula.


Este poblado con unos 500 habitantes y una treintena de manzanas tiene como actividad económica, casi con exclusividad, la agricultura y la ganadería. Su paisaje verde y llano, sus noches frescas en verano, su tranquilidad y la buena predisposición y amabilidad de sus habitantes, hicieron de este lugar, nuestra elección de vida. Y para dar comienzo a muchas otras historias, elegimos comenzar por una breve reseña de sus comienzos. Mucho antes que existiéramos, ya estaba esperándonos.


Fuentes consultadas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_Doyle
http://ptederquientren.blogspot.com.ar/2009/10/doyle-pueblo-doylefcgbbc-y-algo-mas.html
http://sanpedrohistorico.blogspot.com.ar/2010/03/escuela-de-pueblo-doyle.html